La noche del 31 de agosto la priostía, camareras y un grupo muy reducido de hermanas se afanaban en la tarea de colocar sobre esa mesa de altar a María Santísima de Los Dolores. En esta ocasión con su escapulario y corona procesional a la espera de ser trasladada al presbiterio de Santa Catalina en las vísperas de su festividad, el 15 de septiembre.
Se cumple así con una costumbre reciente, no más de 20 años, en el que se quiere significar la importancia de los cultos del mes de septiembre. Donde la visita prácticamente diaria de muchas hermanas y devotos forma parte ya, de itinerario devocional de nuestro pueblo en el noveno mes del año.