22 noviembre, 2006

En Camino: “MARÍA NOS ENSEÑA A VIVIR NUESTRA VOCACIÓN; EL AMOR”

Este mes nos hemos retrasado en la publicación de el articulo de formación "En Camino", pues queriamos reproducir la charla de Preparación al Adviento que la Cofradía había organizado para el pasado día 18 de Noviembre. Vaya pues aqui, la reproducción integra de la Charla que nos regaló D. Álvaro Suárez S.D.B.
La vocación constituye siempre una llamada y una misión. Un ejemplo de ello es María, la que fue llama-da particularmente por Dios, para la misión de ser la Madre de Jesús, y en consecuencia vivir del y en el Amor. La vida cristiana, igual que la de María, es una vocación totalmente identificada con Cristo. Pero, ante todo es una experiencia práctica de Amor, y en el Amor no existen reglas.
Es más fácil y seguro llegar a enamorarnos de Dios enamorándonos de María. Si te enamoras de María querrás, como Ella, desaparecer y morir a ti mismo; desearás que la imagen falsa de tu propio yo en tu corazón sea remplazada por la imagen de Dios. Desearás ser, como Ella, incapaz de realizar tu acción propia y capaz únicamente de realizar la voluntad de Dios. Pero para eso se necesita que en cada instante descubras junto a ti su presencia y su actuación, que percibas el bien que Ella hace en tu vida. De esta manera vivirás cada vez más en la presencia de Dios.
Puede ser que entonces reconozcas que debes a María todos los logros que obtienes, desde los más pequeños hasta los más grandes. En este momento comenzará el proceso de desapegarte de la contemplación y de la adoración a ti mismo en el estanque del orgullo de los respetos humanos.
Percibirás más fácilmente tu miseria y como consecuencia te libraras cada vez más de la esclavitud del orgullo del amor propio desordenado. La liberación de uno mismo es de hecho la esencia de la humildad.
Experimentarás el milagro de la conversión y de la transformación de tu vida, aunque este milagro puede permanecer para ti oculto durante mucho tiempo. En realidad no es importante ver que te transformas. Lo importante es que esa transformación se realice de acuerdo con la voluntad de Dios: AMAR, EL AMOR.
Con frecuencia caemos en la tentación de reflexionar acerca del sufrimiento que nos produce amar. Que si damos más de lo que recibimos, que si nuestro amor no es reconocido, que si no conseguimos imponer nuestras reglas…
Y es cierto que sufrimos impensadamente, y es porque en el amor está la semilla de nuestro crecimiento.
María amo, y de ahí todo su sufrimiento, y todas esa advocaciones de Dolorosa, Angustia…
Cuanto más amamos, más cerca estamos de una experiencia espiritual. Ésta experiencia se realiza mediante la práctica diaria del amor. “La vida espiritual consiste en amar”.
No se ama porque se quiera hacer el bien, ayudar, proteger…, así veríamos al prójimo como un simple objeto, y a nosotros como personas generosas y sabias. Esto no tiene que ver con el amor. Amar es comulgar con el otro, es descubrir en él a Cristo.
María es el ejemplo vivo de ese comulgar de Amor, Ella llego a amar a quien había traicionado a su hijo; a Pedro, que el negó, a Judas, que lo entrego
El verdadero amor supone un acto de entrega total. Eso lo descubrimos en Ella, que se entrego a pesar de las criticas que podía suponer un embarazo de una soltera, podría haber llegado a la lapidación, Ella sin miedo y por Amor se entrego.
En ésta entrega hay que procurar echar profundas raíces, para luego dejar crecer las alas. Hay que descubrir que el AMOR no es un sentimiento, pues esos viene y van, no es n simpatizar con el que me cae bien… Es un proceso de crecimiento en donde interviene el sentimiento, la inteligencia, la fuerza de voluntad y la fe, en ese contraste de configuración con Cristo como lo tuvo María.
En el amor se pueden experimentar humanamente muchos fracasos, pero es necesario correr riesgos. ¡Pobre del que tiene miedo a correr riesgos¡ ése quizá no se decepcione nunca. Pues, no podemos olvidar que somos nosotros los que escribimos los mejores momentos de nuestra vida. Una caída de la tercera planta, hiere tanto como una de la centésima planta. Si tenemos que caer que sea de lugares bien altos.
En ocasiones nuestro corazón nos envía señales de alarma, que tenemos que ser capaces de identificar.
El amor necesita ser posible, y eso sólo se consigue cuando sobrevive la esperanza de que conquistados por Cristo, podremos conquistar a las personas.
El que es sabio, sólo lo es porque ama.
Quien ama necesita saber perderse y encontrarse. Quien puede dominar su corazón, puede conquistar el mundo. Quien es capaz de dominar su cuerpo, es capaz de dominar su espíritu.
En el amor sobresalen muchos pensamientos que no somos capaces de dominar, pero conviene que nos vayamos cargando de herramientas que nos permitan al menos controlarlos.
Y resalto esto, porque existen personas que viven peleadas con otras, a veces hasta consigo mismas, con la vida… Empiezan a montarse una especie de pieza teatral en su cabeza, y escriben el guión de sus propias frustraciones, que incluso en ocasiones proyectan sobre los demás.
Todo esto hace que vivimos con miedos. Los miedos nos impiden amar, nos impiden valorar al otro.
Hemos de ser valientes, como lo fue María. Y valiente no es el que no tiene miedos, sino el que es capaz de superarlos. (Para que amar y amar si siempre nos van a traicionar)
Es necesario reconocer que el amor está lleno de trampas. Cuando quiere manifestarse, muestra su luz, y no nos permite ver las sombras que esa luz provoca. (Ejemplo del espejismo, o el de los colores).
Sin embargo, cuando renunciamos a ellos, a los miedos, y le damos paso al amor ocurre como con las presas: si se deja una brecha por donde pueda meterse un hilo de agua, en seguida empieza a destruir las paredes. Llega un momento en que ya nadie puede controlar la fuerza de la corriente. (“Amar es perder el control”). El amor se descubre mediante la práctica de amar.
El amor, que esta dentro de la vida, en ocasiones nos coge desprevenidos, y nos obliga a caminar hacia lo desconocido; cuando no queremos, cuando pensamos que no lo necesitamos… Aún así, hay cosas en la vida por las que merece la pena luchar hasta el fin.
Todo esto puede que algún día nos lleve a decir, o a sentir que hemos perdido nuestro camino, y a lo mejor nos sorprende descubrir que más que perderlo en realidad, lo hemos re-encontrado.
Cuando no sabemos amar, el amor se convierte en algo peligroso.
Al principio hay una sensación de euforia, de entrega total. Después quieres más. Todavía no te has enviciado. Piensas en las personas como objetos a los que querer durante dos minutos, y los olvidas durante tres horas. Al tiempo te acostumbras a esa forma erótica de querer, y piensas en ellas tres horas y las olvidas dos minutos.
Eso no es AMOR, el Amor no es simple, es sencillo, tiene dobles. María fue prudente en su entrega, cuestiono al Ángel… Nosotros no nos podemos más que entregar a Dios que es el único que nos sabe amar, y que nos enseña a Amar.
En el amor existen momentos de grandes silencios, que al mismo tiempo hablan.
No necesitamos hablar del amor, porque el amor tiene su propio voz, y habla por sí mismo. El amor es siempre algo nuevo.
Es ahí donde descubrimos que éste es un camino complicado, porque en ese camino las cosas nos llevan al cielo o nos tiran al infierno. Lo que esta claro es que siempre no llevarán a un sitio. Es necesario aceptarlo, pues es el alimento de nuestra existencia Por eso es muy importante descubrir nuestro papel en el amor. Nadie puede ser árbol y fruto al mismo tiempo.
Cuando el amor es auténtico es como una chispa que se transforma en llama, una llama que se transforma en hoguera, y una hoguera que se transforma en incendio, imposible de controlar.
Este incendio produce felicidad. Una felicidad que se multiplica cuando se divide.
Si algo debe estar claro es que no podemos ser vampiros, seres de la noche encerrados en sí mismos, buscando desesperadamente compañía. Pero incapaces de amar. Incapaces de ser y hacer felices.
Todo esto nos está llevando a conocer, a saber sobre el amor, pero eso no basta es necesario escoger.
Y al escoger el camino correcto, llegamos a la Verdad, que está siempre donde existe la fe.
Cuando el hombre camina con sinceridad el camino de la fe, es capaz de unirse a Dios. Acepta su llamada, y descubre que Dios es demasiado importante en su vida, que no sería feliz si no siguiese la vocación a la que Él le llama. Esa es la experiencia de la primera cristiana, María, una autentica catequista.
(Esperar es la primera lección que aprendemos sobre el amor)
Es necesario buscar el Amor con coraje, porque al final el Amor se revela, y terminamos atraídos por el Amor. Y ese Amor que es Dios, nos creó para le felicidad, tendremos que asumir que todo aquello que nos lleve a la tristeza y a la derrota es culpa nuestra.
En conclusión podríamos afirmar que el Amor permanece. El Amor ya existía antes y seguirá existiendo para siempre. ¡Son los hombres los que cambian!.
Ojala que nosotros no cambiemos, porque como María hemos conocido la luz, y seria una pena que queramos seguir viviendo en las sombras.
DIOS NOS REGALA LA VIVENCIA DE MARÍA PARA QUE LA IMTEMOS, ¿A QUÉ ESPERAS?