13 octubre, 2008

Un año para el apostol de los gentiles

El pasado 28 de junio, en la basílica de San Pablo Extramuros de Roma, el Papa Benedicto XVI, junto al sepulcro del apóstol de los gentiles, en unas solemnes vísperas, abrió el Año de San Pablo, con motivo del segundo milenario de su nacimiento en Tarso de Cilicia, en la actual Turquía.

Este Año Paulino se prolongará hasta el 29 de junio de 2009, fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.

San Pablo

Pablo es una figura verdaderamente ecuménica en el ámbito cultural de su tiempo. Tanto su persona como su pensamiento integran tres grandes dimensiones de nuestra historia: el judeocristianismo, el helenismo y la romanidad. Él fue un judío fervoroso, un hombre de cultura helenística y un ciudadano romano.

¿Qué nos pide la celebración que nos ha propuesto Benedicto XVI?

Él mismo dio la respuesta en su homilía pronunciada el 28 de junio pasado, al abrir el Año Paulino. El primer objetivo es invitar a los cristianos a revivir, hoy, la experiencia religiosa de Pablo: “Estamos aquí reunidos –dijo Benedicto XVI- no para reflexionar sobre una historia del pasado, ya irrevocablemente superada. Pablo quiere hablar hoy con nosotros. Por eso he querido proponer este especial Año Paulino, para escucharlo y para aprender ahora de él, como maestro nuestro, la fe y la verdad, en las que tienen sus raíces las razones de la unidad entre los discípulos de Cristo.”

Pablo, en primer lugar, siempre nos conduce a Cristo, que es la razón fundamental, el secreto y el impulso de toda su vida. “Mi vida en la tierra, la vivo gracias a la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó él mismo por mí”, afirma Pablo en su carta a los Gálatas. Todo lo que Pablo hace parte de este centro. Su fe consiste en experimentar cómo Cristo lo ama de una forma totalmente personal. “Su fe –dijo el Papa teólogo que es Benedicto XVI- no es una teoría, una opinión sobre Dios o sobre el mundo. Su fe es el impacto del amor de Dios sobre su corazón. Y, de este modo, su fe es sobre todo amor a Jesucristo.”

El segundo gran objetivo del Año Paulino es la unidad de los cristianos: el ecumenismo. El ejemplo de Pablo es, también en este punto, muy luminoso. Él hizo mucho en favor de la unidad de todos los que creían y creen en Jesucristo como Hijo de Dios, Señor y Salvador de todos. Fue muy significativo que en el acto del inicio del Año Paulino participara el patriarca de Constantinopla, Bartolomeo I, acompañado por representantes de las diversas iglesias y comunidades eclesiales de Oriente y de Occidente.

Espiritualidad y ecumenismo podemos decir que son los dos grandes objetivos propuestos por el Santo Padre.

En el atrio de la basílica romana de San Pablo arderá, hasta el próximo mes de junio, la llama paulina.