05 noviembre, 2008

Nuestra Señora en el mes de «difuntos»

Nuestra Señora en el mes de difuntos

Hace no más de veinte años los camarines, altares y retablos no prestanban tanta mudanza en nuestra ciudad como en estos últimos tiempos. Y trabajo ha costado. No sabemos si hace cien o doscientos años, las que nos preciedieron amando entre relates, hilos aúreos y algodones de holanda a Nuestra Señora de Los Dolores, trajinaban la misma y varida mudanza de hoy.

Sea como fuere, los que vivimos en el siglo, vemos y percibimos cosas alrededor de nuestra Hermandad que nos gusta ver cumplidas año tras año y encajadas perfectamente en el calendario. Como en este mes de difuntos, que es noviembre. Ese intervalo transcendental entre las Glorias del verano y los días de María, Madre de Dios y nuestra, que es la Corona de Adviento.

Quizá por eso el retablo de Ánimas, donde está el camarín de Nuestra Señora, se torna algo más oscuro. Como si la alegoría de las Ánimas que se encuentra representada en él, con esas llamas de mandera que escapan del ficticio Infierno, desprendieran espesos vapores negros con un tibio olor a «pino» que lo cubre y perfuma todo.

Pero no, no se trata de eso. La mirada perdida de la accidentada devota y no tan accidentada que se deja caer por el crucero de Santa Catalina, se viene a posar irremediablemente, en la blandura oscura del terciopelo, la gasa y los encajes negros que visten ahora a Nuestra Señora. Tal vez, recordándonos eso de «polvo eres y en polvo te convertiras», como un preámbulo del deseado, paradojicamente, Miércoles de Ceniza.

¿Cómo una simple mudanza en el gesto, un cambio de color y disposición en la ropa de Nuestra Señora no puede, o no debe, pasarnos inadvertido? Quizá por que tenemos enraizado en lo más profundo nuestro ser el significado del sagrado «objeto» que vemos y veneramos, enhebrándolo con las cosas mundanas de nuestra existencia.

María Santísima de Los Dolores se nos muestra en riguroso luto por el alma de nuestros difuntos. Y no por capricho. Si no por solidaridad con nosotras. Vosotras lo entendeis perfectamente. Creo que esa es una de las claves. Clave para diferenciar bien lo superficial de lo transcendental.